La pobreza y la desigualdad son problemas que han afectado históricamente a América Latina y que siguen presentes como grandes desafíos para los países de la región. A partir del año 2000 se presentaron avances importantes en políticas sociales permitiendo reducciones significativas en pobreza, y menores logros en materia de desigualdad (Cepal, 2019). Estos avances, sin embargo, se han estancado en años recientes. La incidencia de la pobreza ha vuelto a subir y la desigualdad se ha mantenido,lo cual lleva a la región a mantener la posición más desigual a nivel mundial. Los esfuerzos que abogan por una distribución más igualitaria del ingreso tienen que conjugar tributación y gasto progresivo, eficiencia económica y aprovechamiento de oportunidades. La lucha contra la desigualdad es una condición necesaria para que América Latina recupere la senda decreciente de la pobreza.Las medidas de lucha contra la pobreza y la desigualdad se han convertido para muchos gobiernos en una prioridad tanto a nivel nacional como local. La relevancia de la participación del Estado está dada por su capacidad para afectar la distribución del ingreso y el ingreso disponible de los hogares mediante los diferentes esquemas de gasto social y recaudo de impuestos. En la medida en que los sistemas de subsidios y los sistemas tributarios de los países y las ciudades permitan mejorar el poder adquisitivo de los más vulnerables, se podrá impulsar la generación de oportunidades y la inclusión social de los más pobres. La política fiscal, entendida como la conjunción