Este capítulo describe la tensión entre dos formas opuestas de entender el lugar del pueblo en el contexto de una democracia constitucional como la colombiana. Estas son las concepciones soberanista y constitucionalista. La primera de ellas concibe al pueblo únicamente como un poder constituyente soberano, mientras que la segunda admite una concepción más compleja en la que el pueblo puede actuar, dependiendo del contexto, como un poder constituyente soberano o como un poder constituido sujeto a límites jurídicos. Esta descripción se hace, primero, a partir de un recorrido por la doctrina de la separación de poderes y, segundo, a través de la reconstrucción histórica del uso de mecanismos de participación ciudadana como el referendo y el plebiscito desde la adopción de la Constitución de 1991. El capítulo concluye afirmando que una democracia constitucional garantista y pluralista solo puede operar allí donde los imaginarios políticos y jurídicos de la ciudadanía estructuran la acción política teniendo en cuenta estas dos concepciones del pueblo.