Euclides propuso trazar pirámides (o conos) como artefactos para facilitar el estudio de la percepción visual. El artefacto supone que el objeto visto moldea la base de una pirámide en cuyo vértice se encuentra el ojo que percibe. El artefacto enfrenta una seria dificultad cuando advertimos que la percepción visual se lleva a cabo con dos ojos que cooperan. El artículo analiza dos intentos de modificar el artefacto euclidiano para que siga prestando un servicio productivo sin renunciar a las presuposiciones centrales. Estos intentos, distanciados en el tiempo, corresponden a los estudios clásicos de la visión binocular de Ptolomeo y los aportes de Ewald Hering en el siglo xix.